Ondula su pelo y luego lo estira, juega
con esos cabellos entre los dedos, se ríe, no disimula, busca con
los ojos la ventana, desde el horizonte primero al infinito luego,
parte el sol brillante quedándose quieto un instante , "Irina"
parece que susurra, "dulce Irina" y los primeros rayos
aparecen destellando en su mirada, una lágrima de verdadera alegría,
ya no hay tiempo de quedarse inmersa en el cielo, sol que nace
palpitándole en todo el cuerpo y la ilusión, es la misma que se
expande.
Vuelve la mirada hacia el departamento,
camina, pasos torpes, corre, salta, pasos nerviosos que la llevan
hacia el vestidor, corre las perchas una por una fingiendo esmero
por encontrar la prenda perfecta, sabiendo ya desde hace días que
era lo indicado.."el vestido rojo" pensó y volaba..
Lo tomó con cuidado, lo abrazó como
quien alimenta un sueño y lo cuida, lo deja acariciar entre los
dedos mientras lo observa suspirando...sería causal de tamaños
instantes alimentados con esa inmensa sonrisa? mordisqueó sus
labios, fue hacia el espejo, el rojo nunca fue su color pero ese
vestido nació para Irina, mujer que peligra de inocencia, mujer que
trae puestas varias injusticias de la vida, la misma que a pesar de
todo no pudo robarle la esencia, ni el espíritu, ni tanta dulzura
que la embellece aún más que sus largas piernas y su todo...porque
eso es Irina, casi parecida a la fruta prohibida, al pecado original
que redunda en caer en las tentaciones y comer del árbol del bien y
del mal, más yo creo que nadie escapa al menos una vez en la vida a
este mandato, volviendo a Irina y fuera de mis creencias las mismas
que se explican al verla, así es ella, tan real, y ambigua, la
naturaleza no supo enseñarle a esconder sus sentimientos ni el
tiempo y las heridas , a flor de piel, así es como vive "Irina"
con el deseo ardido en su pecho , con el peligro inminente del amor
en sus entrañas y la sangre, torrente que explota en su corazón
siempre dispuesto a luchar una vez más.
Guardó la inocencia esta vez, el deseo
mandaba y no podía hacer de oídos sordos, se vistió con la misma
gracia que al desvestirse, con todo el poder de su imaginación
latente, busco los zapatos, pocas veces usaba tacos, eran como
siempre sus largas piernas limitantes, quizás soñando con la altura
de los acontecimientos que vendrían supuso que los tacos pisarían
todo límite, además de ser bien bonitos, y el vestido lo amerita
pensó "Irina" terminó de arreglarse tomo la cartera como
quien
toma las riendas y salió a la calle.
Las tres menos cuarto, hora de la
siesta, el calor del verano se hizo presente, el escote de Irina
padecía de un leve transpirar perfumado que bien podría enloquecer
a cualquiera, si algo tenía de irresistible era sin dudas esa piel
casi perfecta (y digo casi para no caer en las trampas de la
perfección que no existe) bien podría decirlo entonces si jugara a
ser poeta, así en verdad podría afirmar que es dueña de una piel
perfecta, sin marcas ni escrituras, descocida de vergüenza, blanca,
suave y quieta , espontánea , sublimada, como dije "perfecta"
Salió del subterráneo se acomodó con
sus manos inquietas entre el gentío imposible de transitar, subió
las escaleras impasiente, acurrucándose como podían los pasos en
los escalones y por fin llegando a la calle, cruzó la avenida , un
huracán golpeaba su mente desenfrenada, no podía contenerse, camino
unas cuadras, observaba todo sin mirar, el sol, las palomas de la
plaza, los enormes edificios de la capital , los quioscos de
diarios, los puestos de flores, taxis por doquier, yo no sé si Irina
capto algo de todo esto, creo que sólo estaba levitando, viviendo
por primera vez el sueño prometido.
Levantó la mirada ahí estaba, ese era
el hotel, cruzó las puertas como quien cree en los milagros, toco el
botón del ascensor , esperó chasqueando el piso con los tacos,
apretaba los puños y volvía a morder sus labios, tan rojos como el
vestido, tan sigilosamente pintados. Contó los pisos en su mente,
miraba los botones, los espejos como niña que por primera vez subía
a un ascensor.
Piso 4 habitación 18 creo que esos
números quedarían como un sello en el cuerpo de Irina, tocó la
puerta así como buena vecina que se le antoja caer de visita, (tenía
que disimular) el corazón se desbocaba y podría quedar torpe y
simple ( como si eso fuera malo...que tenía aquello de malo? ) Si
era su simpleza una gran virtud y su torpeza, bueno ya siempre fue
así de andar volando.
Los segundos, eternos, pasaron y al fin
la puerta se abrió, el rostro de Irina hablaba por si solo ni ella
percibió el tamaño de su sonrisa, dejándole los cachetes gorditos
y los ojos exaltados enormes inyectados de brillo. Los nervios ya no
estaban, el deseo la abundaba y el corazón ya no era su oponente.
_Irina!
_pasa niña!
Apenas la puerta se cerro se
encontraron en un abrazo, apenas se miraron se cerraron los labios en
un beso y apenas de ese beso nacieron más y más besos, en la
comisura de los labios, del apretar fuertemente la carne fructífera
de sus bocas, las lenguas encajaban perfecto, se miraban, se mordían,
cerraban y abrían los ojos, acariciaban sus contornos. La apretó
contra su cuerpo, la miraba dulcemente amarraba su pelo tenaz y
suavemente, la beso aun más intenso con los labios empapándose, del
cuerpo al alma, de la punta de los pies a la cabeza se estremecía
entre sus brazos, agitada la respiración de Irina embravecida, echa
furia, el papel de princesa ya no le quedaba, era una linda mujer que
sabía lo que quería sin temor a nada, el salvajismo le brotaba por
la piel, no le hacían falta las palabras.
_hay Irina ! en un suspiro susurrando
dijeron como pudieron sus labios
_tanto te busque entre mis sueños.
Agitada la respiración, ella no lo soltaba
Absolutamente nada dijo Irina, sonrió
descarada, lo empujo hasta la cama, cayeron los dos con el peso bien
puesto, se distanciaron apenas unos segundos, uno al lado del otro
mirando el techo. Irina flexionó sus piernas dejando deslizar el
vestido hasta las caderas acomodó rápidamente sus manos entre ese
huequito que siempre queda, sutilmente suspiraba mientras se hamacaba
suavemente jugando. El se volteo de costado para mirarla, desde los
tacos entre las piernas, la cintura atada
por un lazo, el escote, el cuello, los
rulos alborotados sobre el cama.
Aún sin recuperar el ritmo normal de
la respiración, el apenas deslizó por fuera sus dedos en esas
piernas, ella seguía cómplice sonriendo, sin mirarlo, quería
dejarse, sabía muy bien de la forma que él la estaba observando.
Siguiendo el camino esas manos, los pasitos de los dedos llegaron al
lazo, fue allí donde la ternura se convirtió en desenfreno, lo
desató con ganas, abrió de par en par el vestido como si este
tuviera alas, bruscamente se acerco a Irina, rozó sus labios en el
cuello, aferro su mano en la cintura recorrió insaciable su cuerpo ,
mientras se alimentaban los besos en el cuello, rozó el corpiño,
apretó sus pechos, volvió a sus piernas, ahora desatado, las
recorrió por dentro, jugaba carreras hasta el principio de su sexo.
Ella no pudo contenerse, le devolvió esos besos con esmero, suspiro
con un pequeño sonido encerrado en una "m" apretada.
Se enredaron, se ardían, se mojaban,
se alimentaban, uno del otro, como si se hubiesen esperado por años.
Irina se terminó por quitar el vestido como pudo y le quitó la
camisa, uno a uno los botones con desenfado, le aflojo el cinturón,
lo miró fijo a los ojos con el veneno de la pasión, el entendió,
se quito los pantalones, dejo que ella hiciera lo que le venga en
ganas, dejó que su boca juegue , los gemidos comenzaron a salirse,
yo no sé si Irina los escuchaba era tal el desenfreno que no podía
captar aún todo lo que sucedía. El la tomo con fuerzas, la volteó
boca abajo, levantó su pelo para desnudar su cuello, por encima de
su cabeza dejo caer los brazos de ella sujetándole fuertemente
ambas manos con una sola de las suyas, trepaba su espalda con los
besos que no dejaban de ser tiernos, golpeaba las nalgas con su
pelvis entrándose en su cuerpo, cada vez más fuerte, los gemidos se
caían de los labios de ella que ponía resistencia en el juego, se
resistía para que la agarre más fuerte y no pueda soltarse, luego
se dejaba ganar para que el le regale esa ternura que nacía, que
siempre tuvo y tendrá.
Ya de frente los dos, el encontró su
mirada, su sonrisa sus labios, vio esos dos lunares rojos pequeños y
lindos junto al pecho izquierdo de Irina, volvió a entrarse en ella
tan confiado, como si la conociera de toda la vida, presionaba la
pelvis contra la suya, los cuerpos ahora parecían un estorbo, se
amarraron, se sentían, la fricción aumentaba, las palpitaciones en
colapso, el calor transpirando, la sangre alterada, el éxtasis, la
furia, la magia, el amor, la piel que explota y el corazón llegando
al pico más alto de la montaña, allí donde parece que uno muere
por esos instantes que el alma se eleva y el aire se desvanece, allí
donde todo culmina dejándonos el sabor más rico de la vida.
Debía marcharse, lista y de pie Irina
lo contemplaba anudando el lazo, tomó su bolso busco su mirada...si
eso era, vio el mismo amor que imaginaba, sonrió se acerco para
besarlo, con esos besos que se dan con el alma y no con los labios,
se alejó apenas hacia la puerta
_Sabes que he pasado mi vida viajando
por el mundo y eso es lo que hago...no puedo quedarme, sabes también
que te seguiré soñando. Ella lo miraba, estaba tan feliz, el no
entendía acaso ?
_Vas a escribirme verdad?
Se envolvió unos segundos en un
hermoso silencio y luego dijo sus primeras dos palabras
_Te quiero
Ahora sí marcho la puerta sin mirar
atrás, cruzo el pasillo, subió al ascensor, nunca supo si había
gente allí (creo que ese día todo era una ilusión) se miró al
espejo, radiante, iluminada, se arreglo apenas los rulos y escucho en
su mente la ultima frase que el le dijo...vas a escribirme verdad?
Nunca se dió cuenta que ella lo estaba
haciendo en este instante, en este papel, en este sueño.
hermoso sueño
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