jueves, 2 de agosto de 2012

Irina


Ondula su pelo y luego lo estira, juega con esos cabellos entre los dedos, se ríe, no disimula, busca con los ojos la ventana, desde el horizonte primero al infinito luego, parte el sol brillante quedándose quieto un instante , "Irina" parece que susurra, "dulce Irina" y los primeros rayos aparecen destellando en su mirada, una lágrima de verdadera alegría, ya no hay tiempo de quedarse inmersa en el cielo, sol que nace palpitándole en todo el cuerpo y la ilusión, es la misma que se expande.
Vuelve la mirada hacia el departamento, camina, pasos torpes, corre, salta, pasos nerviosos que la llevan hacia el vestidor, corre las perchas una por una fingiendo esmero por encontrar la prenda perfecta, sabiendo ya desde hace días que era lo indicado.."el vestido rojo" pensó y volaba..
Lo tomó con cuidado, lo abrazó como quien alimenta un sueño y lo cuida, lo deja acariciar entre los dedos mientras lo observa suspirando...sería causal de tamaños instantes alimentados con esa inmensa sonrisa? mordisqueó sus labios, fue hacia el espejo, el rojo nunca fue su color pero ese vestido nació para Irina, mujer que peligra de inocencia, mujer que trae puestas varias injusticias de la vida, la misma que a pesar de todo no pudo robarle la esencia, ni el espíritu, ni tanta dulzura que la embellece aún más que sus largas piernas y su todo...porque eso es Irina, casi parecida a la fruta prohibida, al pecado original que redunda en caer en las tentaciones y comer del árbol del bien y del mal, más yo creo que nadie escapa al menos una vez en la vida a este mandato, volviendo a Irina y fuera de mis creencias las mismas que se explican al verla, así es ella, tan real, y ambigua, la naturaleza no supo enseñarle a esconder sus sentimientos ni el tiempo y las heridas , a flor de piel, así es como vive "Irina" con el deseo ardido en su pecho , con el peligro inminente del amor en sus entrañas y la sangre, torrente que explota en su corazón siempre dispuesto a luchar una vez más.

Guardó la inocencia esta vez, el deseo mandaba y no podía hacer de oídos sordos, se vistió con la misma gracia que al desvestirse, con todo el poder de su imaginación latente, busco los zapatos, pocas veces usaba tacos, eran como siempre sus largas piernas limitantes, quizás soñando con la altura de los acontecimientos que vendrían supuso que los tacos pisarían todo límite, además de ser bien bonitos, y el vestido lo amerita pensó "Irina" terminó de arreglarse tomo la cartera como quien
toma las riendas y salió a la calle.

Las tres menos cuarto, hora de la siesta, el calor del verano se hizo presente, el escote de Irina padecía de un leve transpirar perfumado que bien podría enloquecer a cualquiera, si algo tenía de irresistible era sin dudas esa piel casi perfecta (y digo casi para no caer en las trampas de la perfección que no existe) bien podría decirlo entonces si jugara a ser poeta, así en verdad podría afirmar que es dueña de una piel perfecta, sin marcas ni escrituras, descocida de vergüenza, blanca, suave y quieta , espontánea , sublimada, como dije "perfecta"
Salió del subterráneo se acomodó con sus manos inquietas entre el gentío imposible de transitar, subió las escaleras impasiente, acurrucándose como podían los pasos en los escalones y por fin llegando a la calle, cruzó la avenida , un huracán golpeaba su mente desenfrenada, no podía contenerse, camino unas cuadras, observaba todo sin mirar, el sol, las palomas de la plaza, los enormes edificios de la capital , los quioscos de diarios, los puestos de flores, taxis por doquier, yo no sé si Irina capto algo de todo esto, creo que sólo estaba levitando, viviendo por primera vez el sueño prometido.
Levantó la mirada ahí estaba, ese era el hotel, cruzó las puertas como quien cree en los milagros, toco el botón del ascensor , esperó chasqueando el piso con los tacos, apretaba los puños y volvía a morder sus labios, tan rojos como el vestido, tan sigilosamente pintados. Contó los pisos en su mente, miraba los botones, los espejos como niña que por primera vez subía a un ascensor.
Piso 4 habitación 18 creo que esos números quedarían como un sello en el cuerpo de Irina, tocó la puerta así como buena vecina que se le antoja caer de visita, (tenía que disimular) el corazón se desbocaba y podría quedar torpe y simple ( como si eso fuera malo...que tenía aquello de malo? ) Si era su simpleza una gran virtud y su torpeza, bueno ya siempre fue así de andar volando.
Los segundos, eternos, pasaron y al fin la puerta se abrió, el rostro de Irina hablaba por si solo ni ella percibió el tamaño de su sonrisa, dejándole los cachetes gorditos y los ojos exaltados enormes inyectados de brillo. Los nervios ya no estaban, el deseo la abundaba y el corazón ya no era su oponente.
_Irina!
_pasa niña!
Apenas la puerta se cerro se encontraron en un abrazo, apenas se miraron se cerraron los labios en un beso y apenas de ese beso nacieron más y más besos, en la comisura de los labios, del apretar fuertemente la carne fructífera de sus bocas, las lenguas encajaban perfecto, se miraban, se mordían, cerraban y abrían los ojos, acariciaban sus contornos. La apretó contra su cuerpo, la miraba dulcemente amarraba su pelo tenaz y suavemente, la beso aun más intenso con los labios empapándose, del cuerpo al alma, de la punta de los pies a la cabeza se estremecía entre sus brazos, agitada la respiración de Irina embravecida, echa furia, el papel de princesa ya no le quedaba, era una linda mujer que sabía lo que quería sin temor a nada, el salvajismo le brotaba por la piel, no le hacían falta las palabras.
_hay Irina ! en un suspiro susurrando dijeron como pudieron sus labios
_tanto te busque entre mis sueños. Agitada la respiración, ella no lo soltaba
Absolutamente nada dijo Irina, sonrió descarada, lo empujo hasta la cama, cayeron los dos con el peso bien puesto, se distanciaron apenas unos segundos, uno al lado del otro mirando el techo. Irina flexionó sus piernas dejando deslizar el vestido hasta las caderas acomodó rápidamente sus manos entre ese huequito que siempre queda, sutilmente suspiraba mientras se hamacaba suavemente jugando. El se volteo de costado para mirarla, desde los tacos entre las piernas, la cintura atada
por un lazo, el escote, el cuello, los rulos alborotados sobre el cama.
Aún sin recuperar el ritmo normal de la respiración, el apenas deslizó por fuera sus dedos en esas piernas, ella seguía cómplice sonriendo, sin mirarlo, quería dejarse, sabía muy bien de la forma que él la estaba observando. Siguiendo el camino esas manos, los pasitos de los dedos llegaron al lazo, fue allí donde la ternura se convirtió en desenfreno, lo desató con ganas, abrió de par en par el vestido como si este tuviera alas, bruscamente se acerco a Irina, rozó sus labios en el cuello, aferro su mano en la cintura recorrió insaciable su cuerpo , mientras se alimentaban los besos en el cuello, rozó el corpiño, apretó sus pechos, volvió a sus piernas, ahora desatado, las recorrió por dentro, jugaba carreras hasta el principio de su sexo. Ella no pudo contenerse, le devolvió esos besos con esmero, suspiro con un pequeño sonido encerrado en una "m" apretada.
Se enredaron, se ardían, se mojaban, se alimentaban, uno del otro, como si se hubiesen esperado por años. Irina se terminó por quitar el vestido como pudo y le quitó la camisa, uno a uno los botones con desenfado, le aflojo el cinturón, lo miró fijo a los ojos con el veneno de la pasión, el entendió, se quito los pantalones, dejo que ella hiciera lo que le venga en ganas, dejó que su boca juegue , los gemidos comenzaron a salirse, yo no sé si Irina los escuchaba era tal el desenfreno que no podía captar aún todo lo que sucedía. El la tomo con fuerzas, la volteó boca abajo, levantó su pelo para desnudar su cuello, por encima de su cabeza dejo caer los brazos de ella sujetándole fuertemente ambas manos con una sola de las suyas, trepaba su espalda con los besos que no dejaban de ser tiernos, golpeaba las nalgas con su pelvis entrándose en su cuerpo, cada vez más fuerte, los gemidos se caían de los labios de ella que ponía resistencia en el juego, se resistía para que la agarre más fuerte y no pueda soltarse, luego se dejaba ganar para que el le regale esa ternura que nacía, que siempre tuvo y tendrá.
Ya de frente los dos, el encontró su mirada, su sonrisa sus labios, vio esos dos lunares rojos pequeños y lindos junto al pecho izquierdo de Irina, volvió a entrarse en ella tan confiado, como si la conociera de toda la vida, presionaba la pelvis contra la suya, los cuerpos ahora parecían un estorbo, se amarraron, se sentían, la fricción aumentaba, las palpitaciones en colapso, el calor transpirando, la sangre alterada, el éxtasis, la furia, la magia, el amor, la piel que explota y el corazón llegando al pico más alto de la montaña, allí donde parece que uno muere por esos instantes que el alma se eleva y el aire se desvanece, allí donde todo culmina dejándonos el sabor más rico de la vida.
Debía marcharse, lista y de pie Irina lo contemplaba anudando el lazo, tomó su bolso busco su mirada...si eso era, vio el mismo amor que imaginaba, sonrió se acerco para besarlo, con esos besos que se dan con el alma y no con los labios, se alejó apenas hacia la puerta
_Sabes que he pasado mi vida viajando por el mundo y eso es lo que hago...no puedo quedarme, sabes también que te seguiré soñando. Ella lo miraba, estaba tan feliz, el no entendía acaso ?
_Vas a escribirme verdad?
Se envolvió unos segundos en un hermoso silencio y luego dijo sus primeras dos palabras
_Te quiero
Ahora sí marcho la puerta sin mirar atrás, cruzo el pasillo, subió al ascensor, nunca supo si había gente allí (creo que ese día todo era una ilusión) se miró al espejo, radiante, iluminada, se arreglo apenas los rulos y escucho en su mente la ultima frase que el le dijo...vas a escribirme verdad?
Nunca se dió cuenta que ella lo estaba haciendo en este instante, en este papel, en este sueño.

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